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ANÁLISIS DE LOS ANÁLISIS
Después del escrutinio de las Elecciones Vascas
Pasen y vean, señores. En esto consiste la democracia.
Primero, en apostar por un bloque que promete el oro y el moro para quedarse ordinariamente después sólo en el moro. Y luego, en la dedicación de unos profesionales —unos de la charlatanería y otros también de la información mediática— a embobarse y a embobarnos dando vueltas y más vueltas a la conjetura. Un auténtico aquelarre de augures jugando a las adivinanzas y haciendo quinielas del mañana, se adueña psicológicamente del momento y nos atonta.
Ahora, después de pronósticos y más pronósticos durante semanas, otras tantas semanas se las van a pasar haciendo más pronósticos y más adivinaciones. Horas y horas de televisión y de radio repitiendo lo mismo, haciendo las mismas valoraciones, las mismas acusaciones, los mismos tópicos, la misma logomaquia. Los oficialmente más educados seguirán llamando perros sarnosos y terroristas a los otros, y los también oficialmente más ineducados se limitarán a defenderse. Y todo eso teniendo en cuenta lo que se habla a lo largo del año del mismo asunto. Examínense las páginas de los principales periódicos de este país. Al país vasco, fuera de elecciones, le dedican no menos de tres páginas cada día, haya habido o no un acto violento. Y por ejemplo, a Teruel, que existe, ninguna en todo el año. Y algo se podría decir de allí también...
La democracia ni siquiera vive la realidad del momento. Es la filosofía del “tempus fugit”, del tiempo huye, del principio heraclitiano de “el agua que pasa nunca es la misma”; cada instante es historia. Eso es lo que se enseñorea de los países que viven abrumados por este sistema maravilloso. A la democracia en realidad no le importa mucho lo que ocurre, sino lo que va a ocurrir. Pero de lo que va a ocurrir en sus propias entrañas. Porque en cambio no sabe barruntar las más graves amenazas; ni los tsunamis, ni las sequías, como la que nos acucia, ni las auténticas catástrofes naturales, económicas o sociales. Más que lo que pasó y lo que está pasando —porque eso, cada minuto, es ya sólo historia— interesa cien veces más molturar los vaticinios...
Los caciques, ahora, no son los militares, los policías y los curas, como en las dictaduras. Ahora los reyezuelos verdaderos son los bocazas, los políticos y los periodistas. Todos pertenecen al mismo equipo en esto. Además todos, casi todos, sobre todo en este país, lo hacen sin pizca de gracia, sin una sola gota de humor. Sólo calculando unos cómo insultar con más saña al adversario, y el adversario sólo calculando cómo defenderse sin quedar demasiado mal. Todo lo demás es marginal, lo parece o se le parece: "grandes hermanos", "granjas", "marcianos", reality shows... Todo a grito limpio, vomitando mala leche, sembrando y provocando la discordia, atrayendo la máxima atención de la ciudadanía.
Y a todo esto, después de meses y meses dando vueltas, las mismas vueltas, a otro asunto, el de la Comisión del 11-M. Y así, poniéndonos la cabeza como un bombo, se pasa el tiempo toda esa gente...
>> Autor: Jaime Richart (18/04/2005)
>> Fuente: -Jaime Richart
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