POLÍTICA DE PARQUES QUE CADUCA, ESTRATEGIAS DE FAUNA QUE NACEN
Sentencia del Tribunal Constitucional, en España.
La reciente sentencia del Tribunal Constitucional, que retira el control de los Parques Nacionales a la administración del Estado, coincide con el surgimiento de nuevos enfoques de la conservación de la naturaleza, modernos y adaptados a la realidad del estado de las autonomías y, sobre todo, a las necesidades de protección de la biodiversidad. Las Estrategias de Conservación de Especies Amenazadas son la avanzadilla de una nueva forma de entender la relación del hombre con su entorno.
* Por Benigno Varillas.
benigno@quercus.es
Las Estrategias de Especies Amenazadas son planes orientadores de las políticas de conservación de la naturaleza, diseñadas por técnicos de las Comunidades Autónomas y del departamento de Biodiversidad del Ministerio de Medio Ambiente de España, que actúa a su vez de coordinador de las mismas.
Su objetivo es recuperar la capacidad del mundo rural para favorecer la fauna salvaje, superando las actividades perniciosas y fomentando las prácticas tradicionales que modelaron el paisaje, en el que están incluidas las especies silvestres.
(imagen omitida)
Parque natural de la Albufera de Valencia.
Imagen de Luis Sebastián, para Ibérica 2000... (Enlace...)
* La destrucción de la Albufera de Valencia. Asistimos a la muerte de un lago, ante la mirada impasible de las instituciones. La gran ciudad casi llega a las orillas. Grandes complejos industriales contaminan las aguas de uno de los enclaves húmedos de mayor importancia de nuestro país... (http://www.iberica2000.org/Es/Articulo.asp?Id=1910) (Enlace...)
Una política que rompe los límites de protección que implican las políticas basadas exclusivamente en espacios naturales protegidos, islas rodeadas de territorios acosados por atentados ecológicos, que condenan a muerte a los delicados y complejos procesos ecológicos que traspasan las fronteras de parques, comunidades autónomas y Estados.
En la transición a la democracia, en 1977, el director del Icona, José Lara, inició la recalificación y reorganización de los parques nacionales. Parques naturales no existían aún. Los 28 espacios protegidos que había en 1980, alrededor de 200.000 hectáreas (0,4% de la superficie de España), además de abarcar una extensión ridícula, estaban completamente abandonados.
Fue la de Lara una respuesta a la ofensiva social que demandaba del Estado una política conservación, ante el monopolio forestal productivista que dominaba en el Icona, así como al desarrollismo de otras instituciones y de toda la sociedad de los años sesenta y sententa. Para ello se utilizó una herramienta concebida en el siglo XIX, la de los parques nacionales, inventada en Estados Unidos y copiada en España en 1917 por el marqués de Villaviciosa, don Pedro Pidal, para preservar islotes de vida silvestre en el desarrollismo que imperó en el siglo XX.
En los años que se derrumbaba la dictadura franquista y nacía la democracia, tal herramienta resultó útil. En un momento en que se estaban desecando Doñana y Daimiel, se roturaban las dehesas de Monfragüe con palas excavadoras para plantar eucaliptos, se autorizaba la colocación de veneno por doquier para matar depredadores, se bombardeaba desde barcos de la Marina de Guerra el archipiélago de Cabrera o la OTAN planeaba hacer lo mismo desde el aire en Cabañeros, los parques nacionales fueron una tabla de salvación.
Tres décadas después, hoy, la política de Parques pide a gritos ser complementada con otras fórmulas de gestión. No se trata de desmerecer sus servicios prestados. Los que aun trabajan en ese importante frente de la conservación no debieran sentirse minusvalorados porque se plantee el perfeccionamiento de la política conservacionista.
Gracias a los parques, nacionales y naturales, se han frenado grandes atentados ecológicos. Todos hemos empleado los mejores años de nuestra juventud en conseguir la red de espacios naturales protegidos de la que nos sentimos orgullosos. Pero ha llegado el momento de dar un paso adelante para completar la herramienta de conservación que supondrá la Red Natura 2000, donde "miles de islas" territoriales protegidas deberán interconectarse si queremos romper el maleficio de haber puesto fronteras y límites al campo.
Pidal desató en 1917 la era de los parques nacionales al lograr que Alfonso XIII y el Parlamento español hicieran una Ley para conservar los montes de Covadonga y Ordesa. Una idea entonces vanguardista. Cien años después necesitamos otras fórmulas que también lo sean para sacar del atolladero a la protección de la biodiversidad.
La suma de las estrategias para la conservación de especies amenazadas, elaboradas en los últimos años por las Comunidades Autónomas y el Ministerio de Medio Ambiente, permiten vislumbrar nuevos enfoques y soluciones a algunos de los problemas. Coordinar y potenciar esas líneas de acción, abiertas por los Grupos de Trabajo de las Estrategias, en los que participan técnicos y expertos de las CC.AA y del Ministerio de Medio Ambiente, es el camino para avanzar en una política de conservación de la naturaleza acorde con las necesidades y los requerimientos actuales.
La necesidad de la convergencia entre desarrollo rural y medio ambiente
La sucesora de la actual ministra de Medio Ambiente en el Partido Socialista, en el cargo que Cristina Narbona desempeñó como secretaria federal de Medio Ambiente del PSOE, ha introducido ya en esa casa el cambio revolucionario que a otros niveles se demanda.
Por deseo de José Luis Rodríguez Zapatero, Soraya Rodríguez ha unido en su persona las funciones de dos secretarías federales del PSOE, la de Medio Ambiente y la de Desarrollo Rural. No en vano Soraya fue durante los últimos cuatro años eurodiputada y miembro del grupo de trabajo que realizó en Bruselas la reforma de la Política Agraria Comunitaria, la PAC, que apunta entre sus objetivos a que se vincule el futuro económico de las áreas marginales con los valores naturales y que los receptores de las primas y ayudas agropecuarias se sumen a la vanguardia de la conservación de la naturaleza. Un papel que no es nuevo. Sólo con el desarrollismo ciego de los años sesenta empezó el declive de esas capacidades del mundo rural que hoy nos parecen futuristas.
En 2004, tras pasar como un tornado el siglo de barbarie que Don Pedro intuía, lo que queda no puede conservarse solamente con la ingenua política de parques del Marqués, sino recuperando y aprovechando la sabiduría modeladora del paisaje del mundo rural tradicional. Se trata de proteger no muestras aisladas, sino procesos ecológicos, económicos, sociales y culturales complejos y poco visibles, prácticas agropecuarias ancestrales, como las del Cainejo, el pastor de Picos que acompañó al de Villaviciosa a la cumbre del Naranjo de Bulnes.
Lograr que la conservación de la Biodiversidad se base en el desarrollo rural sostenible, y viceversa, es meta más difícil que la escalada de los 600 metros verticales del Picu Urriellu, pero necesitamos que alguien realice de nuevo una proeza del calibre de la del Marqués y el Cainejo. Es la salida que tienen los cainejos que quedan –cada vez menos– y los neorrurales que se les sumarían, a poco que se ayude en el empeño. Estos últimos serán los que aporten la savia nueva que necesita el medio rural, despoblado y envejecido, una vez que a una posible oferta laboral se sume la de una oportunidad de sentirse parte de todo un movimiento cultural y ecológico que tenga como fin regenerar la fauna y el paisaje.
Los ecólogos saben que la naturaleza en España es el resultado de la forma de trabajar y gestionar el territorio del mundo rural tradicional. Los que no lo saben, son los paisanos artífices de tanto valor ecológico. A algunos de ellos les daría un síncope, si oyen que hay lobos, buitres o águilas gracias a su labor. Si así es, será a su pesar. Para muchos, la fauna salvaje y las prácticas agropecuarias ancestrales son el signo del "abandono y atraso" en el que están sumidos "por el olvido de los de arriba". Que la fauna salvaje depredadora sea esperanza de progreso nunca ha pasado por su imaginación. Pero más que carne, queso o lana, deben saber que la "producción" cotizada por la sociedad postindustrial, concienciada y rica, es el lince, el oso, los buitres, las águilas, el lobo –si, incluso el lobo– y el paisaje.
Una idea que requiere más de un diván para ser digerida, sectores de funcionarios y técnicos anclados en el empeño de destruir el campo incluidos, que están incapacitados para ver que, en zonas rurales marginales, las subvenciones y las primas al ganado o a los cultivos se justificarán en el futuro inmediato más por su valor para la supervivencia de las especies salvajes que por otra cosa. Mientras esos funcionarios dudan, los modelos de producción intensiva que promueven provocan la extinción de la vida silvestre e hipotecan el futuro.
Frente a la vieja guardia del desarrollo insostenible, el Estado creó organismos para atender las exigencias de la opinión pública, que reclama un desarrollo que no se derrumbe por despilfarro de los recursos. Pero los departamentos públicos de conservación de la naturaleza tampoco se distinguen por apoyar un desarrollo rural que aflore la capacidad para promover la biodiversidad.
Su gestión se centra en la vigilancia, la investigación, el seguimiento de la fauna y la sensibilización de la población urbana, que no la rural. No hay, o son insuficientes, políticas para promocionar a los que lograron hacer llegar hasta nuestros días la naturaleza que queremos conservar. Sin embargo, es vital que sigan haciendo ese trabajo, mejorado y de forma consciente. Ellos, los habitantes del campo, son quienes tienen que sacar el máximo oficio y beneficio por conservar la biodiversidad y no sólo los técnicos, los investigadores, los conservacionistas o los divulgadores de la naturaleza. Problemas como los incendios, los venenos o el furtivismo, empezarían a tener otros matices.
Las zonas rurales de valor ecológico coinciden con territorios marginales. Los pastores son pobres, pero no sólo de dinero e infraestructuras. Necesitan sentirse admirados y respetados. Las alabanzas que se dan a las ONG’s conservacionistas o los dineros que gestionan los técnicos de la conservación de la naturaleza, tienen que repartirse con los que hicieron y hacen esa tarea sobre el terreno y deben seguir haciéndola para que la naturaleza no sucumba.
Las teorías del Marqués de Villaviciosa y su candidez decimonónica para frenar el Apocalipsis a base de parques, tuvieron un insospechado éxito y son el manual que manejan aun hoy los políticos y las asociaciones ecologistas para conservar la naturaleza. Ahora le toca el turno al mensaje nunca escrito del Cainejo, el realmente eficaz.
Hoy nadie pone en cuestión la necesidad de proteger espacios valiosos y las especies que albergan, por ello es viable ir más allá de la idea inicial de preservar sólo islas de naturaleza. Entre las fórmulas que se han ensayado, las Estrategias de Conservación de Especies Amenazadas son lo que más se acerca a una política moderna, nacida desde dentro del Estado de las autonomías, para intentar proteger los complejos procesos ecológicos, económicos, culturales y sociales que han permitido que llegue a nosotros la vida silvestre.
Las Estrategias de Conservación de Especies Amenazadas van dirigidas a los actores que hacen posible que pueda existir o no vida silvestre en el campo y deben servir para colocar a los habitantes del mundo rural en la vanguardia de la conservación de la naturaleza, una tarea, reconocida socialmente como ejemplar, que reporta beneficios económicos y prestigio social. Pero difícilmente se podrá pasar a los hechos mientras que en el organigrama del Estado no haya un departamento específico para aplicar esas estrategias y éstas no existan oficialmente en los presupuestos generales del Estado, el lugar donde toda idea se consagra en política oficial y efectiva.
Un artículo extraído íntegramente de... (Enlaces...)
Sobre el autor:
Benigno Varillas es co-fundador del FAPAS y coordinador de la Estrategia Nacional contra el uso ilegal de cebos envenenados en el Medio Natural del Ministerio de Medio Ambiente y las Comunidades Autónomas de España.
* Fondo para la protección de los animales salvajes (FAPAS)... (Enlace...)
Información relacionada en Ibérica 2000:
* El medio rural está harto de dar ejemplo para vivir en desarrollo sostenible (Enlace...)
Artículos publicados en la Revista Quercus, en España:
* Tenéis el artículo completo de Benigno Varillas "Política de parques que caduca, estrategias de fauna que nacen", en el cuaderno de Quercus 233. Publicado en julio 2005. Pág. 80
Podéis solicitar ejemplares de la revista a: linneo@quercus.es
Telf. 91 327 79 93.
>> Autor: Redac.Ibérica2000 (12/07/2005)
>> Fuente: Benigno Varillas.
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