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PROVERBIO HINDÚ PUESTO AL DÍA
Ese que en estas páginas se conoce bien...

--Hay sustantivos, por ejemplo, justicia, democracia, nacionalismo o nación, terrorismo, violencia, eficacia, y verbos como trabajar, que parecen explicarse por sí solos y sin embargo nada significan sin un Tratado completo que los interprete cumplidamente.

A esos vocablos se les denomina equívocos para diferenciarlos de los unívocos que no precisan de ninguna aclaración: ver, comer, silla, agua o piedra.

Pues bien, el debate, la discusión y la dialéctica sociopolíticos están compuestos casi exclusivamente de nociones equívocas. Unos políticos tienen asignado previamente un significado a cada una de las palabras que todo el día circulan por el firmamento mediático y parlamentario, y otras otro que nada tiene que ver con aquéllos hasta el punto de que mejor sería renunciar de antemano a intentar acuerdos. La confusión de lenguas a las que ciertos textos antiquísimos se refieren, no viene de la confusión de idiomas propiamente dichos, sino de la confusión de mentalidades y de sensibilidades irreconciliables. Es más, la mentalidad a menudo separa más que el idioma, y puede haber tanta distancia entre la de dos personas entre sí como la que hay o no hay entre el ser humano y la bestia. En la esfera interindividual el asunto tiene relativa solución: con evitarse dos individuos de mentalidad y sensibilidad diferentes, todo se arregla. Lo malo es cuando eso rige en el "necesario" pero inútil entendimiento entre facciones en las que se viene considerando convencionalmente democracias. El resultado no es sólo la constante refriega, que no diálogo, sino la inevitabilidad virtual de que los dirigentes y las sensibilidades políticas más condescendientes -léase izquierda moderada- no tienen más remedio que claudicar siempre para no provocar un exceso de desestabilización social. Por eso se mantienen no muy lejos de la derecha aunque realmente piensen y sientan de otro modo.

La consecuencia es que en los países occidentales no tienen solución los problemas cardinales que afectan a todos ellos por efecto de la globalización. Pero sobre todo, y aquí está lo peor, no la tienen los que afectan a la Naturaleza y al planeta entero. La derecha clásica, los conservadores tradicionales y los cínicos neoliberales de la actualidad nada harán para remediar nada de todo eso, pero tampoco la izquierda moderada que gobierna actualmente por ejemplo en España, podrá hacer mucho más y dar marcha atrás, por ejemplo, a tantas cosas relacionadas con la biosfera que lo están pidiendo a gritos simplemente para nuestra supervivencia como especie viva...

Dice un milenario proverbio hindú: "El día que el hombre haya cogido el último fruto, talado el último árbol y pescado el último pez, descubrirá con asombro que el dinero no se come".

Pues bien, ese día ha llegado o está a la vuelta de la esquina.

Tan absortos están las naciones occidentales y sus dirigentes en seguir las pautas trazadas por sus políticas y politiquerías, tan atentos a no abandonar ni apartarse mínimamente de su alianza férrea con la globalización, de reducir impuestos directos y subir los indirectos, de generar empleo a cualquier precio (que paga al final la Naturaleza, claro está); tan vigilantes están de que no se toque todo cuanto la globalización ha convertido en intocable... que no se dan cuenta de que el planeta, enfermo, cuyos polos y glaciares se derriten, con fenómenos atmosféricos catastróficos consecuencia de lo mismo... se nos va, como cualquier moribundo mortal. Que se muere, y que los demás vamos tras él. Poco les importa que al lado de lo que se nos viene encima y de que en las actuales circunstancias, rebuscando agua y sin apenas cosechas, los coches, televisores y móviles que no dejan de fabricar -el trípode sobre los que descansa el conformismo de las generaciones actuales-, no servirán de nada. No les importa que si mirasen en el fondo de sus discursos y de sus previsiones económicas de desarrollo, verían que son absolutamente necios aquéllos y sin fundamento éstas por la misma causa.

No hablemos ya de la destrucción de ecosistemas para que pase, rápido y expedito, el coche de diversión, ni de talas salvajes de árboles, ni de la ruina sistemática de mares, bosques y humedales. No. No hay más que echar un vistazo a anuncios de todoterrenos que hollan tierras y arroyos vírgenes o, sin ir más lejos, o la miserable mentalidad encerrada en el cerebro plano de los patrocinadores, de los que se lo consienten y de los sponsors -"La Vanguardia" e "Iberia"-, ahí es nada, de esa "Fira Barcelona", Salón Internacional de la Piscina, y su seductor lema “Siente el agua”. Cuando tanta población ya en este país empieza a sentir sed básica y sin metáfora después de que muchas otras la vengan padeciendo en numerosas partes del mundo, nadie les llama siquiera la atención por impudor y por querer vendernos piscinas llenadas con agua de recreo.

Vivir ajenos, mirando a otra parte, como si tal cosa, como si aquí no pasa nada, será muy saludable, muy autodefensivo y posible para muchos, pero la mayoría no puede olvidarse más que a ráfagas. Así es que, ya, quienes tenemos otra sensibilidad, la de la Naturaleza misma, nos conformamos con que esos dirigentes políticos, esos empresarios que se pasan la vida en coches de superlujo y en jets privados, esos campeones de las finanzas nacionales e internacionales, esos en fin que sólo viven si respiran dinero, ya que no hacen absolutamente nada para sacarnos de este marasmo, al menos se abstengan de recordarnos a todas horas que en su seso está putrefacto y que en consecuencia en su alma, si la tienen, no pueda haber otra cosa que gusanos.

>> Autor: Jaime Richart (01/10/2005)
>> Fuente: -Jaime Richart


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