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EL REMEDIO DE LOS OPUESTOS APLICADO AL CAMBIO CLIMÁTICO
Procédase a la inversa...
Después de tanto revuelo en el mundo que, por fin y desde hace demasiado pocos años, se ha percatado de que de seguir así el planeta y la humanidad desaparecerán en unas décadas...
y si no, quedarán muy pocos humanos y menos animales sobre él, se me ocurre el remedio que la Medicina clásica aplica eventualmente a la enfermedad: si una pócima no da resultado, intenta la sanación con su opuesto. A fin de cuentas el planeta y su biosfera están heridos de muerte...
Y el opuesto al frenesí de esos escasos dirigentes con voluntad firme de detener el proceso de degradación que está sometida la Naturaleza toda, y que coinciden con los que creen en el socialismo real, es lo que la mayoría de ellos, aunque finjan lo contrario en las Cumbres de recreo y son pantallas de simulación es: puede que el remedio está en echar al fuego más madera u otro combustible...
Auméntense los niveles de CO² para que la acidez de los océanos sea tan insoportable que desaparezcan cuanto antes todas las especies marinas de su flora y fauna. Libérense todas las energías habidas y por haber, desde la carbonífera, pasando por la eólica, la solar, la hidráulica hasta la nuclear, y esperemos acontecimientos.
Como he dicho respecto a las soluciones médicas hipocráticas es posible cualquier reacción en cadena que conduzca no a consolidar el cambio climático consistente en el efecto mariposa y fractal de los fenómenos atmosféricos aleatorios a lo largo de las estaciones -efectos que impiden predicciones meteorológicas mínimamente fiables y por tanto también el tipo y la oportunidad de los cultivos-, sino a crear el hombre otro mundo, a modificarlo súbitamente hasta hacer sentir la nueva vida como si tuviese lugar en otro planeta.
¿Que la vida tal como la conocemos sólo perdurará a duras penas como muestra de un escaparate? ¿Y quién ha dicho que es preceptivo conservarla si no creemos ya que las almas que van llegando sean para un dios? Pues está fue hasta ayer la razón suprema para la existencia física y metafísica.
¿Hemos de sobrecogernos por que desaparezca el latir de un Hombre y una Mujer y un Andrógino que no han sido capaces de conservar su Casa, sumergidos en la locura, en la hybris, en la codicia y en la desaprensión contra las que nada han podido hacer el resto de los humanos a los que aquellos han convertido en sus siervos y lo demás en juguetes suyos?
La cuestión está en que al igual que tan terrible como perder la libertad puede ser sentirla grave y permanentemente amenazada, una manera de agonizar es temblar cada día por el derretimiento de los polos, por la desaparición de los glaciares y en consecuencia los ríos que lo son gracias a ellos, por la extinción galopante de las especies, por la contaminación asfixiante de la biosfera, y por tantas señales horribles de la paulatina extinción de la Vida sobre la Tierra.
Probemos pues urgente y sumariamente las condiciones del suicido colectivo, y siempre nos quedará el consuelo de la probable supervivencia de algunos especímenes en otra Arca de Noé en las montañas para contar que nos pasó. Quizá ese ensayo de laboratorio nos sorprenda con una adaptación repentina a la biosfera emergente y mutante, y quizá paradójicamente y de acuerdo con el principio de los opuestos podamos dormir tranquilos.
Porque, al menos para los espíritus sensibles, es tan opresivo y deprimente el anuncio diario de los tantos y sucesivos signos de la exterminación de la humanidad y de la Vida... Me temo que nadie cree ya que ni los responsables políticos ni los jerarcas mundiales de la Industria vayan a hacer algo para evitar lo inevitable. Y, lo que es peor, que "puedan" hacerlo. Y sí empieza a creer que el Hombre, bíblico o no, es hijo de la fatalidad y de la condenación de sí mismo.
>> Autor: Jaime Richart (05/01/2010)
>> Fuente: Jaime Richart
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