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BANKIA Y EL CORTE INGLÉS
Seguimos con más de lo mismo... hasta que ya no quede más.
No es que Bankia necesite 20 mil millones, es que con esa cantidad de dinero público, que por cierto no sé de dónde va a salir, sale o ha salido, este gobierno está fundando otro banco que no existía.
26 Mayo 2012
Mejor dicho, se levanta sobre las cenizas de la quiebra total del anterior, desvalijado a conciencia, para acabar en poco tiempo en manos privadas... Pérdidas públicas, ganancias privadas: el rodillo de la privatización.
Y es que al conocimiento de las cosas no sólo se llega por la información, casi por sistema prefabricada, deformada, interesada y sesgada. El conocimiento de la naturaleza de las cosas (de rerum natura que decían los áticos) está casi casi al alcance de cualquiera. Basta saber que todo se repite en la historia y que todas las tramas son iguales; que sus variantes se parecen entre sí como una gota de agua a otra. Esto en cuanto a lo social a secas. Pero mucho más fácil es entenderlo cuando se trata de economía política, pues todo acaba siendo un asunto de debe y haber aunque las estratagemas del "progreso" lo envuelva en tecnicismos sin cuento. Cuando un banco virtualmente público quiebra es porque o sus dueños han regalado de hecho el capital público a los amigos y correligionarios o se han ido apropiando del dinero, o por ambas cosas a la vez...
Bien. En cuanto a El Corte Inglés, me sospecho que su naturaleza está mucho más cerca del banco que propiamente del comercio. Pese a los aspectos diversos que tienen las cosas -otra vez las cosas y su naturaleza- todo es reductible a unas pocas fórmulas. Si la segunda ley de la termodinámica es que la energía ni se crea ni se destruye, sólo se transforma, en materia económica es que todo es un estadillo de ingresos y gastos. Llevo muchos años (no mucho después de que El Corte Inglés fagocitó a Galerías Preciados) observando, a distintas horas del día y todos los días de la semana, las distintas secciones y plantas de los edificios más contranaturales que puedan existir; todos dependientes de la luz artificial cuando más necesario sería prescindir de ella, y juro ante el altar del dios dinero que nunca me han salido las cuentas. Y con mucho mayor motivo desde la multiplicación de las grandes superficies y los grandes espacios comerciales que emergen como las setas en cada rincón de este país pese a las crisis sucesivas: miles de empleados, cientos de agentes de seguridad en cada esquina, proveedores, turnos, vacaciones, etc, y un tropel de curiosos y curiosas en la planta baja al lado de un dramático vacío o semivacío de verdaderos compradores, persistente, en sus restantes seis o siete plantas a todas horas en cualquier día de la semana de cualquier ciudad...
Es indemostrable, pero llega uno a una edad en que, como antes decía, sabe uno más por la reiteración de los fenómenos sociales que por el estudio y la información de los especialistas. Se acaba siendo un facilón experto, porque las hecatombes, los derrumbamientos, los cracks y la ruina de las personas, las empresas y las sociedades no se anuncian, ni de ellas se informa hasta que impactan. En lo comercial se contiene el desmoronamiento a veces durante mucho tiempo, pero un buen día se presenta silenciosamente de golpe y porrazo. Si El Corte Inglés, la joya de la corona del comercio carpetovetónico, se viene abajo, me temo que será peor que la quiebra del Banco de España.
Esta es una entrega más de una instantánea que se recicla todos los días, correspondiente a las 3 décadas dominadas por el mercado-capitalismo-financiero. Un país donde la realidad económica se comprende ya muy bien a través de la nueva explotación que sufren grandísimos sectores de población; un país donde ya es bien fácil ser un agorero; un país donde los expertos y especialistas de toda suerte, y especialmente los economistas, son, como el cornudo, los últimos en enterarse de lo que se nos avecina.
Por otro lado, las sociedades y la parte de ellas que vienen dominando preeservándonos de las garras del Leviatán, del Estado totalitario que, según ellos, anula la individualidad y la iniciativa privada, primero exprimen todo lo que queda de ese tipo de Estado y luego nos van entregando rápidamente a otra tiranía no por menos manifiesta menos desmoralizadora: la de las finanzas y financieros, por un lado, y la de los bazares gigantescos que fulminan al comercio familiar y pequeño. Y todo para destrozarse luego entre ellos en la jungla de la supuesta libre concurrencia. Así, entre los numerosos y grandes expoliadores y depredadores, y la hidra de los emporios societarios, aparte otras yerbas, entre todos están arruinando al país entero. Pero téngase en cuenta que si lo pequeño es vulnerable, lo descomunal siempre se destruye por dentro. Por eso, como la oxidación es inexorable y el proceso de aniquilación económica en el sistema es patente, apunto a uno de los más altos bastiones que queda por caer... Quizá a alguien pueda interesar este punto de vista.
>> Autor: Jaime Richart (28/05/2012)
>> Fuente: Jaime Richart
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