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LOS DUROS
La dureza de Condoleezza
Ahora, por lo visto, lo que se lleva en política no es la prudencia, virtud que siempre fue la más querida, sino la “dureza”.
Ser “duro”, como el policía tipo del Bronx más indeseable y despiadado, empieza a perfilarse como paradigma del político(a).
Condoleezza Rice, víctima en su adolescencia del Apartheid del Estado de Alabama, ha debido arrepentirse y depurarse. Y ahora resulta que es más “dura” todavía que su predecesor Colin Powell, que ya es decir. La pregunta del millón, en estos momentos en que la dureza está alcanzando en el mercado internacional unos niveles de cotización tan altos como estremecedores, que se debe estar haciendo el mundo es: ¿hasta dónde puede llegar la dureza de un político(a) que además de serlo no es —en principio— una bestia, sino que aparenta seguir siendo un ser humano?
Aquí, a mi juicio, estriba una de las cuestiones más graves que el orbe anglosajón de los neocons nos plantea y plantea a la sociedad occidental. Cuando no debe olvidarse que el verdadero progreso está en la generosidad de todos hacia todos; que los pueblos más civilizados son también los más comprensivos con la transgresión y los transguesores, pues saben bien que la causa del mal deviene principalmente de los desequilibrios y desigualdades, tanto inevitables como evitables, de la propia sociedad, ¿deberá, de ahora en adelante, regirse cada humano en su relación con los demás y cada país con los demás países, por la dureza del diamante... y no por la flexibilidad del junco? ¿por la inmisericordia de Yahvé... y no por el perdón de Cristo? ¿por la mezquindad... y no por la magnanimidad? ¿ajusticiando... y no haciendo justicia? ¿por la intransigencia... y no por la tolerancia?...
Si parten los neoenergúmenos del planeta de la idea de que ha sido excesiva la condescendencia de las leyes occidentales con los que las transgreden, no es verdad. Las leyes y quienes las aplican están y siguen al servicio de las clases dominantes, de los poderosos y de los “duros”. Todo lo tienen éstos a su favor. Si a este panorama desequilibrado entre fuertes y débiles, ricos y pobres, perseguidores y perseguidos le añadimos unas gotas más de más dureza, la atmósfera irrespirable ante tanta y tan extendida injusticia alcanzará los estadios de mayor inhumanidad que quepa imaginar.
De hecho, por si teníamos pocas pruebas fehacientes en las muestras de brutalidad que venían dándose en algunos Estados norteamericanos mucho antes del "desorden nuevo" que han traído los “duros”, lo sucedido a raíz del 11-S no puede ser más revelador de la crueldad que llevan en sus entrañas los nuevos dueños de la sociedad de propietarios, como algunos la llaman: desde Guantánamo, hace tres años, hasta ayer en Faluya...
Dicen ahora los noticiarios que Condoleeza Rice es aún más dura que Powell. ¿Puede ser Condoleezza Rice aún más dura que su predecesor, sus socios, su presidente y sus generales? Si no está abducida (pues su inexpresión algo de eso denota), nos dará una prueba muy pronto de hasta dónde llevará su dureza. ¿Decidirá empalar o hacer picadillo o destrozar con sierra eléctrica a los iraníes y sirios que su mentor debe haber contado ya —tales son los adelantos de la Ciencia también a su servicio— antes de decidir el nuevo ataque, la nueva invasión y la nueva ocupación de Irán y Persia, para probar que ella es más dura que nadie?
Deambulábamos por la historia con la sensación de que en su conjunto y a pesar de los focos inextirpables de violencia y atrocidad, el ser humano y principalmente el cristianizado, caminaba hacia su mayor grandeza, casi a su redención. Y resulta que es todo lo contrario. Ha decidido que en lugar de poner la otra mejilla, es más “eficaz” la Ley del Talión; que el Evangelio está “obsoleto” (como la Convención de Ginebra para el nuevo Secretario estadounidense), y debe entrar de nuevo en vigor el Antiguo Testamento; que el perdón es debilidad, y lo que vale es la venganza; que la benevolencia es enfermiza, y la dureza de los fuertes (sobre todo porque están armados hasta los dientes) es lo que en política y en la sociedad en su conjunto tiene verdadero “valor”. Y que todo eso se ha hecho “ley” simplemente porque tienen un armamento capaz de reducir al planeta entero a escombros en un abrir y cerrar de ojos... Ya lo veíamos venir cuando en el lenguaje de las relaciones comerciales tanto se enfatizaban los términos —convertidos en “principio”— de “agresividad” y de “agresivo”, de importación yanqui...
Es decir, el occidental “cristianizado” y los nuevos catecúmenos de la cristiandad, han decidido que en lugar de proyectarse y proyectar a sus congéneres hacia las estrellas, lo mejor es regresar todos a la caverna...
Y digo, deliberadamente en su sentido más genérico, que lo ha elegido el ser humano occidental, porque tampoco las sociedades que aún no se han dejado totalmente inficionar por tamaño desvarío y podredumbre dan muchas señales de resistirse al destino marcado por la dureza de los duros. Incluso los medios, con su lenguaje morigerado sobre dureza y duros van contribuyendo, consciente o inconscientemente, a facilitarnos la ingestión de la purga que los neocons se han propuesto impartir y repartir por todo el mundo. No sólo lo ven como lo más natural, sino que a veces suena como lo más deseable y como elogio. Si no fuese así, como decía ayer, el mundo “libre” ya habría roto hace tiempo sus relaciones con el país de la “dureza”...
>> Autor: Jaime Richart (19/11/2004)
>> Fuente: Jaime Richart
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