Sin bici no hay paraíso... |
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LA BICI PUEDE SER EL RETRATO DEL ALMA... |
El paraíso es la realidad que imaginamos cuando nos interesa más compartir que gozar. Y la bici es este símbolo inequívoco de vivir en armonía desde la propia realidad amorosa por nuestro entorno. |
Para descubrir la esencia de la bicicleta –esta máquina para la libertad que permite viajar por el mundo, grande o pequeño, además de trabajar o sentir por lo local y lo global– os proponemos un pequeño viaje en cinco estaciones: la bici, retrato del alma; el infierno sin bici; el paraíso con bici; soluciones en el paraíso y vivir en paz en el paraíso.
Cada cual tenemos nuestros recuerdos de juventud.
Crecimos encima de una de ellas... ¿recuerdas?
La bici retrato del alma.
El alma de una bici son los bujes donde se sustentan las ruedas que seguirán el impulso entregado por el corazón y la mejor de las energías humanas, para un experiencia en tiempo lento sobre la tierra.
Tiempo para imaginar que en nuestra alma puedan cabalgar decisiones por un mundo mejor, renovable y sostenible. Porque todo está conectado y esto es lo que nos transmite el cielo del astro Rey y del dios Eolo que mecen la bicicleta.
La bici transmite fuerza suficiente para lavar nuestros pecados de excesos y destrucción para con ella atender necesidades básicas sin dañar el entorno, porque pedaleo a pedaleo incluso la más sucia de nuestras ropas se limpia.
Máquina trabajadora capaz de montar todo tipo de ingenios para limar el egoísmo y convertirlo en dulce néctar que nos permita a su vez alimentar nuestro mejor tempo y poder saciar nuestra voluntad por ofrecer lo mejor de lo humano.
Incluso para aquellas personas que van perdiendo fuerza, porque la bicicleta también puede ser una muleta móvil porque en su alma está la voluntad de llevarnos sin distinción de corpulencia gracias a los motorcillos eléctricos en los ejes.
Aunque no podemos olvidar que la bicicleta es incluso más eficaz que andar y que nos permite consumir hasta 7 veces menos de energía por kilómetro recorrido que correr. Y es que la ciencia de la bicicleta nos demuestra de forma contundente que nunca el ingenio humano creó una máquina más eficiente y respetuosa… para soñar nuevas experiencias en las que las nubes no ennegrezcan y el aire siga impoluto para nosotros y las futuras generaciones… para que sigan viendo el sol... para que en familia sean felices mientras gozan del pedaleo; porque rodar a la velocidad de las mariposas es el mejor ejemplo que podemos dar a nuestros hijos/as y el testimonio de que la vida es bella cuando se vive en armonía.
Armonía que no está reñida con la diversión, montados sin ropajes ni pudor; sobre los pedales compartimos los anhelos comunes, en grupo, en sociedad, ya que es en el compartir con los otros donde el concepto humano se hace adulto… a la vez que se amplia en mil dimensiones para los más pequeños que aprenden de lo que ven y de ahí que una infancia ligada a la bicicleta es la que nos prepara para la adultez respetuosa por lo cósmico.
Es en la estela que dejan las dos ruedas donde se han escrito algunas de nuestras mejores experiencias, donde en el camino se hace visible el trabajo esculpiendo la tierra y donde en estas estelas dibujamos nuestra existencia más emotiva.
Máquina versátil en la que el arte puede viajar dejando un mensaje sonoro y vivo en la que la mejor sonrisa no es aquella que se dibuja en el rostro sino la que se reparte acompañada de un grácil pedaleo.
Máquina versátil para imaginar en lo más profundo de nuestros sentimientos la rueda de la vida que es a su vez la rueda de la fortuna siempre que no nos olvidemos del paraíso.
El infierno sin bici.
En el infierno no hay bicis; reina la oscuridad de la indigestión del oro negro convertida en aparente tesoro envenenado del que nos hemos hecho adictos hasta llegar a aparcar nuestro vehículo celestial para dar paso a la riqueza efímera motorizada que acalla los sollozos de nuestra alma abandonada en un mar de asfalto.
Un mar de asfalto y cemento esparcido por toda la tierra, que ha ennegrecido todos los paisajes sin distinción de escenarios, un mar que nos ha robado preciados bienes naturales a nuestra alma y a miles de seres vivos que comparten nuestra única tierra.
Y todo por lanzarnos a la vorágine en la que sólo las explosiones a cuatro tiempos nos sitúan en el centro del mayor tsunami de la historia y que ha conseguido arrebatarnos nuestro más noble espíritu…
…que deambula entre pestilentes y ponzoñosos aires a la vez que carcomen toda posibilidad de curación … porque en la polución nos sentimos dueños de la creación aunque perdamos vidas humanas a raíz de cuarenta mil almas al año…
…pero a las que acompañaremos en paseo fúnebre mientras les cantamos la canción de amor con el acompañamiento del run-run de nuestros motores avanzando en santa peregrinación diaria asumiendo sin discusión el triste final que nos aguarda lejos de la Madre Tierra.
Imaginando, eso si, que nuestra capacidad tecnológica sabrá resolver o mejor dicho reconstruir un futuro del que sentirnos orgullosos en lugar de ver un futuro brillante del que tengamos que reconocer que nos hemos equivocado.
El paraíso con bici.
En el paraíso sólo se llega y se vive en bici y con un auto menos. Con bici y sin prisas, con bici y sin dolencias, con bici y emocionados, enamorados de la Paz.
La Paz que hay que ganar a golpe de pedal, paso a paso, porque no hay más caminos que los que se trazan lentamente y nos permiten transitar saboreando nuestra esencia conectada al medio. Para recorrer callejuelas, ramblas y paseos, avenidas y bulevares, por las que a ritmo de aleteo lepidóptero podemos descubrir nuestra más insigne herencia como usufructuarios de la Tierra.
Una Tierra, un hábitat edificado sobre las reglas de la economía solar, de cielos azules y limpios ambientes de calles sosegadas y viviendas autoproductoras de energía, de verdes entornos que nos reconecten… y permitan la vivencia ciudadana que no es otra que la de esforzarse para edificar la utopía, pedazo a pedazo sobre este asfalto vicioso que nos separa de la tierra y del que tendremos que desprendernos.
Porque los caminos veloces son de hierro y sobre raíles nuestras bicicletas pueden viajar por vastos territorios dándonos la oportunidad de descubrir la utopía que hay tras nuevos horizontes sobre una tierra en simbiótica relación con la Madre Tierra.
Una utopía que empezó hace poco más de un siglo y que no ha cesado de ponernos soluciones frente a la codicia. Porque detrás de cada bicicleta subyace el alma gemela de lo que somos cada uno. Cada bicicleta nos permite nuestras mejores labores sin huella, sobre un planeta finito en recursos pero infinito en oportunidades para amar sobre pedales…
...pedales elegantes para ofrecer belleza al paraíso, para sentir las caricias del aire contento, para citas románicas, para satisfacer los sueños alquímicos que hay que poder transmitir a las futuras generaciones…
…pedales briosos porque hay caminos para todos los destinos, para los cotidianos y conocidos, pero también para los desconocidos de la aventura de la solidaridad con la extenuación que sólo proporcionan los sueños…
…pedales sin distinción de género, para ellas que buscan la complicidad del amante, para ellos que buscan la tranquilidad en la relación, para ambos, en compañía, para rodar estables, seguros y ágiles como sólo el diseño clásico puede ofrecer…
…pedales plegables para compartir espacios mínimos, para que nos acompañen hasta nuestros aposentos, para que nos lleven hacia los más recónditos paisajes de nuestra alma, para que seamos capaces de imaginar nuevos hitos de sensatez.
Una bici es algo más que un amasijo de hierro y caucho entre las piernas. Mucho más. Que no es sólo una máquina para correr y que como máquina nos exige usarla con cuidado para que no dañe nuestro cuerpo y proteja nuestro corazón:
Como el pedaleo sin punto muerto de Rotor, este invento español que nos permite visionar que otro pedaleo es posible y que algún día todas las bicis pedaleen con Rotor; porque hace rendir un 16 % más nuestra fuerza, pero sobre todo porque cuida nuestra musculatura, hace más rítmico nuestro pedaleo, hace que parezca que pedaleando nademos sobre la tierra.
Con sillines que no aplastan nuestras partes más íntimas y sensibles. Que no revolotean el escroto y sus posesiones ni pellizcan los labios vulgares sin compasión. Sillines que con o sin próstata protegen la Vida y permiten hacer el amor después del pedaleo duro. Eso y mucho más es el sillín Duopower, que por cierto es también español.
Con sistemas de multiplicación de fuerzas como hacen los cambios internos, de forma progresiva, sin mantenimiento y siempre con total seguridad, para arrancar con el mejor pie, con la mejor marcha y protegiendo como ningún sistema de propulsión nuestra musculatura.
Con luz propia a fuerza de pedales; iluminación renovable con energía humana salida del propio movimiento del buje de la rueda o electricidad verde generada a cada pedalada a razón de un mínimo de 70 W.
Tecnologías todas ellas saludables para no ir desnudos montados en nuestra bicicleta y hacerlo con elegancia ergonómica… que para pedalear no hay que fregar el pie con el suelo y es que cuando más arqueamos nuestras piernas sobre la bici más sufren nuestras carnes… que la primera regla para subirse a una bici es que la pierna cuando alcanza la parte baja del pedal debe estar bien estirada y que para cuando uno se detiene basta con inclinarse ligeramente y acariciar en la distancia la propia sombra que nunca va sola.
Luces y sombras las hay por todas partes en este planeta soleado. Pero son más las luces que iluminan a la bicicleta. Porque con la bicicleta podemos imaginar las más insólitas de las posibilidades trasteando lo que humanamente no sería posible, con:
…triciclos de carga delantera, estables que nos hacen conscientes de lo que llevamos y empujamos; triciclos de carga trasera, ágiles, sin límites de posibilidades más que las que nos impongan nuestras fuerzas.
…bicicletas con remolques para que cuando no haya carga que acarrear nos permita simplemente pedalear a pierna suelta o bicis con portaequipajes extras para los que no pueden dejar la bici para nada…
…soluciones para transportar a nuestros pequeños, con elegancia, con la vista al frente para ellos, con el paisaje por compañero, o con carritos que nos permiten llevarlos de paseo ya sea pedaleando o andando…
…soluciones ingeniosas de tres en uno o de uno en tres en las que vencer limitaciones de espacio, de funcionalidad de deseos, para que cada cual, grandes y pequeños tengan su propio vehículo en el paraíso…
… bicicletas para el amor más profundo, aquel en el que incluso pedaleando se puede seguir filosofando sobre la vida sin detenerse o para que los que están ciegos puedan ver a través de los pedales…
…bicicletas para nuevas emociones, para tensar la musculatura hasta arquear la columna vertebral cual arco y lanzarse como una flecha cruzando el universo a la velocidad en la que el viento se funde con el pedaleo…
…bicicletas para uso público, pensadas para la ciudadanía libre, para personas sin carne, que no precisa convertirse en un anuncio rodante de una multinacional y que no nos cuestan en mantenimiento tres mil euros al año…
…bicicletas para nostálgicos, para recuperar la historia de la única herramienta que los dioses nos dieron para vivir en Paz en el paraíso.
Vivir en Paz en el paraíso.
Una bici puede llevar todo el bagaje de una vida destinada a repartir felicidad por el mundo, ya sea lejano (caso del Biciclown y su vuelta al planeta en 10 años) o por el mundo cotidiano convirtiendo cada recorrido en un espacio para ser más generosos y dulces con nuestros semejantes y con nuestro entorno. Que nuestros recorridos pedaleando pueden ser acompañados de complementos que nos permitan gozar en todas las dimensiones que ofrece la bicicleta.
Sabiendo y comprendiendo que ante todo una bici es una máquina y que debemos adaptarnos a ella, no al contrario y por tanto, debemos ser estrictos en la regla de las “E”: ergonomía para la salud de nuestro cuerpo, eficiencia para ir más lejos no sólo en distancia sino en emociones y energía para iluminar los caminos recorridos cuando éstos se nos oscurecen por falta de previsión.
Vestir nuestra bici con los mejores complementos nos permite llevar nuestros bártulos de forma más segura y eficaz, de poder dejar en posición de descanso cuando nos alejamos o proteger nuestra piel del barro de la vida.
Conservar la propia máquina es una condición ética de respeto a nuestra propia identidad como familiares de todas las personas que escriben a diario con ingenio la evolución de la bici. Conservar es prevenir el desgaste de los elementos rodantes y atornillados y eso se planifica para mayor seguridad.
Seguridad no es sólo una norma con la que aplicarse. Cada elemento complementario debemos valorarlo no tanto por su utilidad sino por la seguridad que nos aporta. Una cuerda atada al chasis puede tirar de un carro. Pero un carro desenganchado mientras rodamos puede segar una vida inocente. ¿Vamos en bici seguros de lo que tenemos entre las piernas?
En el paraíso, la seguridad no es una condición del mismo y las bicis son un anzuelo apetitoso para que sean substraídas sin permiso de su alma conectada. Mientras no alcancemos un sentido ético y moral más alto debemos proteger las bicis con una buena ancla y otros elementos.
En el paraíso, la seguridad también es la del entorno. Espacios comunes para el reposo de nuestros pedales, etiquetas para facilitar la identidad entre la multitud, rediles donde sentirse acompañados. No somos una multitud de pedales sino seres libres que gustan de la hermandad del pedal.
Una hermandad dispuesta a trabajar de múltiples formas con bici y con energía porque en el paraíso, la bicicleta no es más que una palabra en el gran poema de la Historia de la Humanidad. Una palabra escurridiza, ingeniosa, ecológica; una imagen de la sensatez para mejorar nuestra movilidad, de forma sostenible y emocionante; una metáfora del propio crecimiento personal y como especie en armonía cósmica.
Sin bici, no hay paraíso. Nuestro paraíso terrenal empieza donde acaban nuestros humos… Feliz pedaleo.
* Este texto, elaborado por Jordi Miralles, pertenece a las imágenes que ilustraron la conferencia impartida por el autor en el ciclo En-Bicíate dentro del certamen Cosmopoética 2010 celebrado en Córdoba (5 -7 de abril). La visión poética que ofrece sobre la bicicleta se complementa con lo que casi parece el índice de un tratado de ciclismo básico.
Artículo publicado y extraído íntegramente de... (Enlace...)
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Insertado
por: silvia3942 (06/09/2002) |
Fuente/Autor:
Recopilaciones para Ibérica 2000. |