Propiedad intelectual |
(1857) |
LAS IDEAS CIRCULANTES O LA GLOBALIZACIÓN DEL PENSAMIENTO |
Desde que ha irrumpido Internet en nuestras vidas y nos vemos publicando masivamente en las webs, nos hemos familiarizado con nociones como propiedad intelectual, derechos de autor, copyright, copyleft... |
En la narrativa, teatro y poesía, por ejemplo, está claro que la cautela del autor de su obra para proteger el reconocimiento de su autoría está más que justificada, y con mayor motivo si media va a mediar la edición impresa.
La inscripción del texto en el Registro de la Propiedad Intelectual es el método habitual de protección. Y el principio moral sería que "nadie que ha creado algo artísticamente, literariamente, sobre todo si vive de ello o se ayuda de ello, debe ser inquietado o perturbado —y con mayor motivo despojado— acerca de "lo" por él creado”.
Es más, si hay alguna propiedad privada en la sociedad que merezca especial respeto y protección —y más para quienes rechazamos el mercado— esa es la "propiedad intelectual". Apropiarse de algo ideado por otro, desde el punto de vista moral sería tan grave cualitativamente como arrebatar a un ciego menesteroso su larga y penosa recaudación del día...
Pero cuando hablamos de pensamiento puro o, más humildemente, de pensamiento más hondo del ordinario a secas, la cosa cambia. Y mucho.
Veamos. Yo, por ejemplo —y estoy por asegurar que todos los que escribimos "para" la Red—, que ni vendo ni subasto mis ideas, no tengo ningún resquemor de que puedan ser transportadas de un lado a otro, o rentabilizadas incluso, por cualquiera. No sólo no vivo de ellas, es que la Internet me ha dado una oportunidad, como a tantos, de divulgarlas con más o menos alcance y fortuna.
En el intercambio cifro mi satisfacción. Mi interés está únicamente en que, porque naturalmente las considero dignas o excelsas, se propaguen lo más posible y lleguen a germinar en la cabeza de otros que se "beneficiarían" de esa misma excelsitud...
Todo lo que es tratado y como es tratado en la vida real es por definición académico y ortodoxo. Y no hay nada que deteste yo más que actitudes fijas frente a ideas fijas.
Por eso no tengo inconveniente en enzarzarme (si la provocación se relaciona con el fondo de mi escrito) callejeramente en refriegas, y rehúyo adoptar actitudes profesorales que me producen tanta repulsión como el dogma: tan resbaladiza, provisional y endeble me parece la "verdad" y los pensadores de una pieza. Además, de la refriega rara vez no saco algo en limpio...
Así es que, tratando de ser coherente, me es indiferente que los vectores eventuales de mis inspiraciones más o menos certeras desde el punto de vista objetivo; es decir, quienes las propagan a conciencia o no, sean conscientes o no de que no son suyas.
También que tengan, o no, la gentileza de citar la fuente, el autor —en este caso yo— que las alumbró. No les perdono en cambio a los pensadores y escritores oficialistas sus plagios, tema absolutamente diferente.
Dice un proverbio árabe: "palabra que dices ya no es tuya". Y así es. Porque ni uno mismo sabe, si nos ponemos a pensar un poco sobre ello, cuántas de nuestras ideas han surgido de nuestra personal inspiración, cuántas nos llegan de libros leídos quién sabe hace cuánto tiempo y que, enquistadas en el cerebro, han terminado formando parte celular de él o percutiendo otras, y cuántas vienen por conducto intravenoso o genético sin tener la más remota consciencia de ello...
En el fondo ¿qué más da? Las enciclopedias y los googles están abarrotados de “saberes”. Si bien esos saberes sean tan peregrinos e inconsistentes como opuestos a la sabiduría. Nada hay más opuesto a ella que el mucho "saber"...
Lo importante, a mi juicio, no es alumbrar ideas nuevas que sabemos no existen pues todo está dicho bajo el sol, sino aprehenderlas nosotros por nosotros mismos, desde nuestro interior.
Pasar por la sensación inefable de que son "nuevas", de que nadie las ha concebido y dicho antes es una de las experiencias intelectivas más maravillosas que una persona no ya significativamente inteligente o creativa sino que esté simplemente acostumbrada a leer, pueda imaginar. Todos participamos de algún modo de un numen, de una musa o de un demiurgo universal. Y todos somos potencialmente capaces de intuir y aprehender las mismas y grandes ideas de los grandes pensadores.
Sencillamente porque todas corresponden a prenociones grabadas a fuego en nuestro corazón quién sabe si antes de nacer. Lo que sucede es que es la "cultura" precisamente nos estraga y atrofia facultades que, abandonadas a su natural, podrían habernos descubierto ideas puras.
Sin embargo, sólo cuando las descubrimos, leídas o escuchadas, en otros “consagrados”, lo consideramos descubrimientos intelectuales portentosos, fuera de nuestro alcance y casi sobrehumanos...
Yo puedo asegurar que se puede llegar a los grandes conclusiones de los grandes pensadores de la historia sin haber leído una sola línea de su obra. Para ello y mientras meditamos, apartando todo egoísmo, todo egocentrismo y todo pre-juicio habremos de pensar la cuestión de que se trate ex novo, es decir, desde el principio.
Hagamos la prueba. Sólo es cuestión de ponerse a ello... Pues quí es donde empieza la verdadera globalización y democratización del pensamiento.
* Todos los artículos alojados por este autor, en Ibérica 2000... (Enlaces...)
Insertado
por: Jaime Richart (21/10/2004) |
Fuente/Autor:
richart@telefonica.net |
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Comentarios
Muy cierto, verdaderamente. Esto es algo que cuesta que las personas crean, pero es totalmente real. Por ejemplo: nunca he leido la Kabalah, sino es por encima, y sin embargo la entiendo como si la hubiera estudiado desde siempre. Todo está ya escrito y dicho. Es cuestión de que algunas personas, sin apenas darse cuenta, asimilan los conceptos con tal facilidad que no hace falta leer todo el rato. Cuestión que me "hartó" en según que grupos o webs, por no decir la mayoría. Todos citaban a tal o cual autor, como si de "el único pensante del universo y de la historia" se tratara. Como si las personas por si mismas no fueramos capaces de llegar a las mismas conclusiones que los grandes maestros. Si lo somos. Es cuestión de "pensar", de tomar las riendas de tu pensamiento, tus ideas, tus sensaciones. Y luego cuando lo ves escrito...dices: bravo, buen autor. Cuando sin quitar ni mucho menos, el valor del autor, son conclusiones a las que todos con mayor o menor esfuerzo podemos llegar a poco que "estemos" en la vida, en vez de ser meros espectadores. Distinto es, los que carentes de ìdeas propìas, dicen lo mismo que el autor retocandolo y emergiendo como las nuevas luces pensantes, o los que se apropian de un nombre u obra para malmeterla. Ahí, si está el derecho a la identidad. Compuesta, sobra decirlo, ante todo por el pensamiento. Realmente es alucinante como la mayoría de la gente cita o habla de los autores, cuando en vez de asimilar la idea lo que hace es citarla porque en el fondo no la entiende, no la ha terminado de asimilar. Los libros no están para memorizarlos, las ideas no son para panfletarlas...todo es para asumirlo. Y asumirlo es hacerlo tan tuyo que formando parte de ti, no precises nombrar a nadie, pues nadie por muy admirado que sea, va a ser tu mismo. A uno mismo hay que aguantarse, mejorarse, pero nunca convertirse en eco de otros, sino en fusión con otros. Cuantos más sean los verdaderos intelectuales mejor para todos. Pero un verdadero intelectual no lo es por su biblioteca sino por cómo la utiliza. Mi experiencia es que si la idea es mia no vale, si digo que viene en tal libro si ¿=? Así nunca saldremos del círculo vicioso de reinventar lo que ya de por sí está más que reinventado. Distinto y admirable es, quien escribe lo que piensa, con tolerancia y respeto, recordando en voz propia lo que la masa tiende por comodidad a olvidar, o lo que es peor...a asimilar sin preguntarse si es correcto o no. Inercia. Unos por dejadez, otros por presunción de biblioteca. Pero inercia, a fin de cuentas. Y con la inercia...¿dónde vamos? A ninguna parte, ni adelante ni atrás, sino al dejarse llevar. Por eso, agradezco a las personas que exponen lo que piensan, su naturalidad, su certeza de que no está loco el que ve la realidad y la expone, sino que es lo mínimo que se puede hacer "stop a la inercia" Lógico es reconocer que sin información, lectura...esto no sería posible, hacerse a uno mismo. Como lo es, el hecho de quienes están hechos de retales de libros, sin conexión ni estructura alguna. Eso no es ser intelectual, eso es ser un docto en la materia, como mucho. El verdadero intelectual es el que usa el intelecto, no el que se empapuza a libros, noticias..., sin establecer una coherencia entre ellos. Sin estudiarlos, analizarlos, sopesarlos..., solo dejandose llevar por la inseguridad de que citando al prójimo, su opinión tendrá más aceptación. ¿busca entonces, esa persona, ser intelectual? o por el contrario su falta de creatividad le lleva a refugiarse en el otro, perdiendo por tanto toda esencia de si mismo, no admitiendose. Leer, entrar en la vida, en los acontecimientos...es la manera de ser libres, pues todo lo que hagamos ha sido meditado y analizado desde la más pura coherencia, sin más influencia que la de aquello que nos gusta y se halla dentro nuestro, lo que nos hace personas de ética ( no moralina), coherentes y consecuentes, pues en ello está la valentía. Y para ser persona y libre, hay que ser valiente, nejor dicho, hay que desterrar los miedos. El resto es aborregamiento.
Saludos
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Nombre: Gloria Garcés (23/11/2004) |
E-mail: ahytaka@hotmail.com |
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