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Un problema de vacío existencial, que se ha agravado con la crisis.

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AQUÍ ESTAMOS, SIN SABER CUÁL ES NUESTRO FUTURO, SIN IDEALES, EN DESAMPARO...
Es negativo tener amigos cenizos, de estos que todo lo ven mal, que creen que todo es fatal. Llega un momento que te impregna la tristeza.

25.07.10 - 03:50 - Pedro Ortiz desde Valencia.
Entrevista a María Luisa García Merita que es Profesora de Psicología.

Treinta años en la Universidad hacen de María Luis García Merita una de las principales especialistas españolas en el campo de la Psicología. Con ella analizamos las inextricables mentes humanas y parte de las derivadas psicológicas de la actual sociedad valenciana y española. Incluyendo lo que parece desde el 11 de julio una alegría colectiva: somos campeones del mundo de fútbol.

¿Influye positivamente en la sociedad?
En el momento actual sí, porque una de las cosas que está pasando es que no tenemos valores que compartir unos con otros. Quizás lo único que nos una sea la pasión por el fútbol. En la sociedad actual la gente está sola.


Soledad en la sociedad más intercomunicada.
Una persona puede tener siete hijos y sesenta compañeros de trabajo y estar sola. Estamos rodeados de personas, pero estamos solos. Especialmente esa es la sensación que tiene la juventud.

Pero los jóvenes se mueven más que nunca.
El tipo de vida es aislador: van a las discotecas, pero en las discotecas no se puede hablar. Saltan y bailan juntos, pero en soledad. La discoteca tiene un efecto perjudicial que ya se ha estudiado: nosotros tenemos en nuestro cerebro dos hemisferios: el izquierdo, que se encarga de la creatividad, y el derecho, del ritmo. En una discoteca solamente hay hemisferio derecho, porque allí no hay letra. Es chumbumbún chumbumbún.

¿El hombre es emocional o racional?
Ambas cosas. De nuevo el equilibrio entre los hemisferios craneales.

Se habla ahora de inteligencia emocional.
La razón es la que de alguna forma nos controla las emociones. Emocionalmente nos apetece el pastel y es lo racional lo que me recuerda que estoy diabética.

¿Debe primar la racionalidad?
Las emociones también son humanas. El exceso de racionalidad, por ejemplo, hace que la gente se toque cada vez menos y eso es negativo. Se empieza desde la infancia: si no tocamos a nuestros hijos desde que nacen, estamos produciendo posibles patologías fu- turas.

¿Cuáles serían los principales problemas psicológicos de la sociedad actual?
Por resumir, yo creo que hay un problema de vacío existencial, que se ha agravado con la crisis. Aquí estamos, sin saber cuál es nuestro futuro, sin ideales, en desamparo. Estar en desamparo es cuando una persona está en una situación desagradable, evalúa sus posibilidades y ve que no tiene ninguna. De ahí a la depresión y al suicidio hay un paso.

O a la rebelión.
No, no hay rebeldía, no hay nadie que haga nada. Esto parece un gigante dormido y algún día podría despertarse con una agresividad extrema. Y da miedo: el joven tiene que ser rebelde. Antes se rebelaban contra lo establecido, contra los mayores, en busca de algo nuevo. Pero ahora no se rebelan: están inmersos en una especie de pasividad moral. Yo quiero hacer lo que me dé la gana. Punto.

¿Cómo se llega ello?
Por muchos factores. Las generaciones más adultas estaban acostumbradas a vivir con una cierta austeridad y han creído que a sus hijos no les debía faltar nada. Ha habido una hiperprotección. Y lo saludable, desde el punto de vista psicológico, es un equilibrio ente éxitos y frustraciones.

¿Por qué? Mejor tener siempre éxito.
Si yo desde pequeñita he tenido frustraciones y éxitos, estoy mucho más preparada frente a las frustraciones de adulta. Pero si me han mantenido entre algodones, el primer suspenso o el primer día en el que un chico me dice que no, el impacto es tremendo.

Supongo que no está defendiendo una educación espartana.
El niño no tiene que vivir en un sistema autoritario, pero tampoco puede conseguir todo lo que desea. El joven cree, además, que todo se consigue con dinero. ¿Y cómo se consigue el dinero? Como sea. El modelo que estamos dando no es el que se basa en el trabajo y la responsabilidad,

¿Quiénes dan ese modelo?
Los propios políticos. Y los medios de comunicación. Sólo sirvelo bello y lo rico, lo cual no es cierto. Y si uno no se encuentra lo suficientemente bello, cirugía estética. Y para ello hace falta dinero. Y el dinero se consigue con la cultura del pelotazo. O con Gran Hermano. O vendiendo intimidades del pariente más próximo.

Allá va la pregunta:
¿Se le puede dar a alquilen algún consejo para que sea feliz?

Primero, que se acepte a sí mismo, que se estime; segundo, que no se ponga metas demasiado ambiciosas. Somos seres sin terminar y nuestra misión fundamental es ser cada vez más. No ser más rico, ni más guapo, ni más inteligente. Ser más ser.

Difícil de entender.
Es una actitud ante la vida. En el budismo, el nirvana, la felicidad, se alcanza cuando uno deja de desear cosas. Y el cristianismo añade una nota muy importante: solamente hay que mantener el amor: amarte a ti mismo, a tus amigos, al prójimo.

Ha hablado de la autoestima, palabra de moda.
Pero la autoestima no es soberbia, sino un yo me acepto a mí mismo, tal y como soy y con mis limitaciones. Y con la proyección de ser más. A veces se confunde con la asertividad: es que yo estoy muy seguro de mi mismo y nadie me saca de. No, no.

Decía antes que la crisis aumenta las depresiones. ¿Se curan con pastillas, con psiquiatras o con psicólogos?
Con todo un poco. Hay depresiones que obligadamente necesitan tratamiento farmacológico.

Una depresión no es una depre.
No. Una depre es que estoy de mal humor, bajo de ánimo. Una depresiones mucho más grave: el sujeto no ve futuro para su vida, no disfruta con nada y acaba en una inhibición casi absoluta mental o física: a veces ni se pude levantar por falta de ánimo. Para que sea una depresión tiene que incapacitar al sujeto realmente.

¿Y la ansiedad? Otro concepto de moda.
La ansiedad sí que es un trastorno de nuestra época. Es una discordancia entre lo que uno espera y lo que ocurre, con lo cual el sujeto empieza a tener síntomas que son muy molestos: palpitaciones, sudoración, sensación de opresión torácica, nudos en el estómago. Es un miedo sin objeto.

¿Es lo mismo que el estrés?
Algunos afirman que sí, pero otros autores consideran que la ansiedad es el resultado del proceso de estrés. Imaginemos un atasco de tráfico en donde un conductor está atrapado, y o llega puntual al trabajo o lo despiden.
Magnífico ejemplo.
Pues, primero, hay que evaluar posibles soluciones: ¿puedo dejarme el coche en medio de la calle? No. ¿Puedo llamar por teléfono? Sí: ya es un recurso. Pero si yo me pongo en alerta, a tocar el pito, a insultar al de delante. Esa situación es estresante y puede producir ansiedad, patológica o no.

¿Patológica? ¿Y debe tratarla un psiquiatra o un psicólogo?
Tanto el psiquiatra como el psicólogo pueden actuar sobre la psicopatología. Pero, para que la gente lo entienda, hablamos de psicopatología cuando algo me impide mi desarrollo, que me realice como persona. Si tengo fobia a los osos polares, no tendría ningún problema, no es patológico. Pero imagine que le tengo miedo a los ascensores y que vivo en el décimo piso.

Algo muy común: el miedo a los ascensores.
Debería tratarse y el tratamiento sería más psicológico que psiquiátrico. A veces se dice: como no es preciso, pues no voy a casa de este amigo que vive en el séptimo. De acuerdo. Pero luego viene e el miedo a la oscuridad, luego a los túneles. hay que cortar de raíz el primer síntoma.

¿Y andar por la calle sin pisar las rayas de las aceras es un síntoma?
Eso sería un trastorno obsesivo compulsivo, aunque es una redundancia. Hay una idea absurda y el sujeto sabe que es absurda, pero a pesar de ello, duda de la duda. ¿Sé que es absurda, pero y si no es?

¿Podríamos llamarle manía?
No, no. Hoy no se entiende por manía lo que antes se llamaba manía. Una manía era una fobia o una obsesión, rituales obsesivos: comprobar tres veces si he cerrado el gas. Pero hoy una manía es una exaltación del humor. Lo contrario de la depresión, que es una bajada tremenda, un bache de la vitalidad. La manía es una exaltación exagerada.

¿Y el llamado trastorno bipolar?
Sería maniaco depresivo. Cuando hay fases de hundimiento y fases de exaltación se dice que eres bipolar.

¿Cuándo pasa un problema psicológico a ser un problema psiquiátrico?
Cuando se hace biológico, cuando se encarna, cuando ya se altera la bioquímica. Hechos puramente psicológicos, como una tremenda situación emocional, pueden llegar a afectar la bioquímica. Y también al revés.

Si le parece, sigo con conceptos difíciles de comprender: la esquizofrenia.
Es una patología de la que se desconoce mucho. Diríamos que quien la padece es una persona desubicada, que se ha perdido en su interior. Igual que nos podemos perder en el infinito exterior, nos podemos perder en el infinito interior. Hay alucinaciones frecuentes.

¿Alucinaciones?
Consisten en que tú percibas algo con todas las características de una percepción ordinaria sin que exista ese algo. Que oigas una música, aunque no haya música, por ejemplo.

Repito: ¿Hay ahora más enfermos psicológicos que nunca?
En situaciones cómodas nos permitimos el lujo de tener neurosis. En los campos de concentración no había nadie neurótico; no se pueden permitir el lujo. Pero psicosis sí. La psicosis es una enfermedad biológica, aunque el límite no siempre está claro.

Vaya, la neurosis. Otro concepto.
Ya no se utiliza mucho. La neurosis se entendía cuando el sujeto no estaba alejado de la realidad, pero su trayectoria vital estaba impedida. La diferencia fundamental con la psicosis es que en ésta hay una ruptura con la realidad y en la neurosis que está muy dificultado el desarrollo de una persona.

Los libros de autoayuda se venden como rosquillas.
Eso te marca una idea: la gente necesita ayuda y acude a donde sea. A los horóscopos, a las magias, a los psicólogos, a los psiquiatras. No soy muy partidaria de los libros de autoayuda: es muy difícil que les sirvan a todos.

Una última pregunta: ¿Lloramos porque estamos tristes o estamos tristes porque lloramos?
Es una interacción de ambas cosas. Si tú tienes una actitud positiva ante la vida y no te recreas en lo negativo, potencias los aspectos que están reñidos con lo depresivo.

Hay que huir, pues, de los círculos deprimentes.
Sí. Lo que es negativo es tener amigos cenizos, de estos que todo lo ven mal, que creen que todo es fatal. Llega un momento que te impregna la tristeza.
* Entrevista publicada en... (Enlace...)

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* Nunca nadie triunfa solo...
* Memoria y Esperanza. Un mensaje a los jóvenes...

Insertado por: silvia3942 (25/08/2010)
Fuente/Autor: Pedro Ortiz desde Valencia.
 

          


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Comentarios

¿Amigos cenizos? Una cosa es amistades plastas desinformadas y negativas por naturaleza fija. Otra es tener información de como van las cosas en la realidad de la economóa de tu país que está a punto de precipitarse al vacio. No es pesimismo desmedido ni enfermizo, es realistas informados. Saber en que peligro te ponen los políticos pudiendo hundir el país, ya es interesante para actuar, poner los ahorros a buen recaudo, etc. Hoy no es que nos inunde el pesimismo, es que nos han hundido en él, al ver tanta desfachatez y tanta corrupción que ha demostrado que se han burlado salvajemente del ciudadano de a pie entre todos. "Me encanta la palabra CONVICENCIA". Eso es lo que nos inunda de desesperanza. No es phicológico. O hacemos algo, o nuestro país se hunde. Y se acabó el patriotismo, ahora ya poca gente daría un duro por su país, ni por las horas extras a su patria. ¿Quién se cargó esto? Los que se pasean y no hacen nada por ordenar tanto desaguisado.
Nombre: Berto  (25/08/2010) E-mail: Gandia
 
¡Catastrofista lo serás tú!
El miércoles pasado, recién llegado de Panamá, participé en el programa radiofónico de información general más seguido en Catalunya. Tras una media hora de entrevista y seguimiento de las informaciones que llegaban de Madrid acerca de la reunión entre patronal, sindicatos y Ministerio de Trabajo, me animaron a quedarme a la tertulia posterior.
Durante toda la segunda parte del programa compartí mesa con las típicas opiniones que se suelen enfrentar en este tipo de conversaciones. Los que ahora han descubierto lo mal que está todo, los que aseguran que aun estando mal, saldremos en breve, los que observan el asunto desde las alturas y los que nos acusan de “catastrofistas que no aportan nada” a los que seguimos descifrando la realidad económica minuciosamente todos los días. A todo ellos los respeto, pero con ninguno comparto nada. Especialmente me resultan empalagosos los que aseguran que la situación actual es el resultado de la fase final de la crisis, que era inevitable y que no pudo preverse. Nos acusan de reduccionistas al acusar a los gobernantes y de no presentar medidas que puedan paliar la situación.
Desde hace mucho, mi vida gira en torno de la estimulación de negocios, viabilizar proyectos y arrancar aventuras empresariales. Lo hago aquí o donde sea, no me paro, no pienso detenerme frente a un enorme castillo de naipes que se desmorona. Conozco decenas de personas con ideas suficientes para cambiar el mundo. El problema no es tanto si estamos o no aportando soluciones, no nos toca seguramente, ni tampoco si denunciamos o no a los estamentos superiores, cosa que, como ciudadano libre, pienso seguir haciendo hasta el día que no me quede una gota de oxígeno. El asunto es como se denuncia a los que denuncian. Lo grave es vivir todos los días con el estigma de ser un agorero que no acepta lo impensable de nuestro destino inminente. La gravedad de la situación actual era evitable y sí se pudo prever. A la tertuliana que dijo que la reducción del déficit era algo que se tiene que realizar inevitablemente pues era algo que nadie pudo pensar cuando se empezó a estimular la economía, le recomendé leer la hemeroteca de este mismo medio digital o los archivos de un buen puñado de blogs. Ya se denunció qué significaba actuar con tal retraso y qué variable ponía en marcha utilizar a Keynes sin control.
Ha llegado el momento de denunciar a los que han arruinado el futuro de mi hijo, los que ganaron premios suecos asegurando que ese era el mecanismo para evitar la recesión. Ahora toca despacharlos y dejarlos en evidencia. A los que no han tenido narices para evitar esto, gestionarlo adecuadamente o informar a la gente para que tomaran las riendas de su destino, no podemos ofrecerles el beneplácito ahora de comandar la salida de este laberinto.
A cada uno su oportunidad, el desastre no lo puede arreglar quien lo ha provocado, o como mínimo, lo ha amplificado. A mí no me toca dar soluciones, aunque las pueda aportar, a los pobres ciudadanos que tuvimos la decencia de denunciar la enorme bola de estiércol que algunos estaban fabricando, nos queda buscarnos una salida de emergencia. En la medida de lo posible, nos toca perder el menor tiempo para afrontar nuestra propia vida.
En menos de seis meses vivir en Europa va a ser un calvario. Sobrevivir en una España intervenida será un infierno. Sueldos a la baja, impuestos progresivos, aumento de sanciones administrativas hasta el ridículo, colectivos diferentes en protesta, aumento de paro, economía de mercado en parada técnica, administraciones en insolvencia, cajas simulando fusiones para alicatar a la valenciana sus boquetes con el fondo de rescate de entidades en quiebra, reducción de estímulos a la investigación y a la creación de un modelo de crecimiento amparado en las nuevas tecnologías, cierre de grandes empresas vinculadas a la obra pública y descapitalización del sector financiero por parte de depositarios foráneos y locales.
Ese listado es de todos conocido. Por eso, cuando alguien asegura que decir todo ello es ser catastrofista, entonces le acribillo a ideas, una detrás de otra. Ideas que me llevan a pelear contra todo eso, a buscar la oportunidad, a buscar valor, a diseñar modelos de negocio inexistentes, a versionar los que tengo, a darle la vuelta a la caja y dejar que caiga lo ineficiente, a pactar con mis socios, trabajadores, amigos, competencia, proveedores, universidades, administraciones, agentes, con quien sea para sobrevivir en este puñetero barrizal en el que se está convirtiendo emprender en España.
Llevo en crisis toda la vida. Lo he hecho sin quejarme. Emprender es estar en crisis constantemente, pues cuando tienes algo, lo inviertes, cuando por fin un proyecto está maduro, generas otro. Sin embargo no aceptaré bajo ningún concepto que alguien pretenda callarme, taparme la boca o condicionar mis críticas y avisos sobre la que se nos viene encima definitivamente y los responsables de su mala gestión, con la advertencia de que eso me convierte en “catastrofista” o en “el quinto jinete de la Apocalipsis”. Eso es una trampa, un cepo de mal tertuliano. Justifica y ampara a los que debieron hacer algo, permite que la gente siga en la inopia ahora que empieza el mundial que nos alejara de nuestra desdicha y empuja hacia una miserable oferta de recortes en las capacidades de cada uno de sentirse libre de decir lo que piensa.
Lecciones de moralina buenista las justas. Ahora que incluso los columnistas de todo signo se han dado cuenta que la crisis era algo real, que su envergadura era descomunal y que a lo que estamos abocados es a un cambio sistémico, algunos se dignan a criticar a los que denunciamos una hipocresía lírica de periodistas descolocados por la situación actual. Ahora ya parece que han encontrado justificación y amparo. La culpa es del liberalismo. Es de juguete, pero les sirve. Los que llevan años viviendo de un momio protogubernamental pretenden dar lecciones baratas de ética informativa.
Hay cuatro maneras de ver el vaso. Medio lleno si eres optimista, medio vacío si eres pesimista, medio vaso que sobra si eres un tipo racional y medio vaso por llenar si eres un emprendedor. La primera es la manera en como ven el recipiente algunos de los que están apunto de perder su trabajo o pagar más impuestos que nunca. La segunda forma es la de los que la situación les ha vencido ya. La tercera es la modalidad menos arriesgada y suele adoptarse por aquellos que se huelen que lo peor está por llegar. La última es la mía. Lo llenaré con agua española o con la que sea, pero el vaso va a rebosar de agua tarde o temprano, se pongan como se pongan unos y otros. Me encanta el oxímoron ese de la destrucción constructiva o la del emprendedor catastrofista. ¿Tú que eres?
* Marc Vidal Estraco extraído en fecha: 11/06/2010
www.iberica2000.org/es/Articulo.asp?Id=4431
Nombre: Lucia M  (26/08/2010) E-mail: Madrid
 

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