LA VALL DE GUADALEST : UN PAISAJE A PROTEGER
El modelo urbanístico del litoral mediterráneo amenaza enclaves todavía sorprendentes como el Valle de Guadalest

El autor de la coleccion "MONTAÑAS VALENCIANAS" i miembro destacado del Centre Excursionista de València alza su prestigiosa voz para denunciar i alertar sobre la amenaza que se cierne sobre el conjunto montañoso de Aitana, Serrella y Xortà, que configuran La Vall de Guadalest.

A tan sólo unos cuantos kilómetros de BENIDORM tierra adentro, y sin apenas transición, pasamos al ámbito marinero de la COSTA BLANCA y su convulso turismo masivo, al recogido encanto y sosiego de las montañas de la VALL de GUADALEST.

El espectacular núcleo orográfico de la MARINA BAIXA, donde se agrupan las mayores alturas alicantinas y se yergue su techo en la soberbia AITANA, se enmarca el delicioso VALLE DE GUADALEST : majestuosas sierras y quebradas montañas cierran los cercanos horizontes con armoniosos contornos.

La reducida unidad geográfica del valle y sus tangibles límites que precisan los montes y el rio, se tiende aguas abajo hasta las proximidades del litoral.

La estricta dependencia económica a los recursos naturales que ha sustentado la vida de sus habitantes ha diseñado un armónico paisaje integrado con la naturaleza.

Seis poblaciones configuran la geografía humana de GUADALEST. Seis pintorescas poblaciones adaptadas a la desigual topografía dominante, donde urbanismo y arquitectura conservan en gran manera los rasgos tradicionales.

El valle es un atractivo turístico de primera magnitud : es lógico que así sea por sus reconocidos encantos. EL CASTELL DE GUADALEST recibe a miles de turistas, como uno de los lugares más visitados de ESPAÑA.

La original fortaleza y el diminuto caserío, en el corazón de la adusta grandeza del valle, es un valioso patrimonio de nuestra Comunidad.

Pero la alarma ha surgido, los proyectos urbanizadores amenazan la armonía del paisaje cultural depositado en EL CASTELL y en el ámbito del valle, un hecho que nos obliga a una necesaria reflexión.

La presión urbanizadora indiscriminada y sin respeto al patrimonio puede condenar un futuro con la destrucción o sobreexplotación irreversible de un paisaje modelado por la acción del hombre y su interrelación con el medio natural.

A mi criterio, el modelo de ocupación turística del litoral, no es extrapolable por su impacto al medio natural de las montañas, intervenciones en las que no hay que olvidar la sobreexplotación de los ya de por sí esquilmados acuíferos.

Turismo sostenible y el paisaje natural y cultural como recursos son el gran capital del valle y un objetivo de desarrollo deseable para crear riqueza y garantizar su durabilidad.

Estas alternativas no suponen frenar, ni mucho menos privar a sus habitantes del irrenunciable derecho natural de acceder a los beneficios económicos y prestaciones que concede la sociedad opulenta, si no más bien, por el contrario, garantiza su reparto social y su duradero futuro.

Una estrategia conservacionista es, también, un deber ético por mantener los rasgos de identidad inscritos en los testimonios del pasado.

Destruir el paisaje significa borrar la memoria histórica y el goce estético de su contemplación. Significa, por añadidura, despilfarrar o malograr una herencia que es nuestro deber transmitir a nuestros descendientes.

Al trazar estas líneas van mis recuerdos por las montañas que tantas veces he recorrido y sigo recorriendo. Sigo, desde el silencio de las cimas, con la mirada atenta y siempre sorprendida y emocionada, los serenos contornos del valle, las luces, los colores que no quisiera que se desvanecieran como en un mal sueño.

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>> Autor: VENTPLUIG Associació Cultural de la Vall de Guadalest (28/03/2004)
>> Fuente: Diario INFORMACION- 24/03/02- Rafael Cebrian

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