Conservación del paisaje y ordenación del territorio |
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LA CALIDAD DE VIDA, QUE POCO ESTAMOS VALORANDO... |
El paisaje forma parte del medio o entorno en el que se vive, por tanto, también depende de él la calidad de vida. Esta apreciación es válida tanto en las ciudades como en los ámbitos rurales, para los territorios bien conservados y los degradados, pues todos ellos son escenarios cotidianos para las personas que los habitan. |
UN NUEVO HORIZONTE PARA LA GEOGRAFÍA EN LOS ESTUDIOS Y APLICACIONES SOBRE EL PAISAJE Por FLORENCIO ZOIDO NARANJO Geógrafo. Universidad de Sevilla (Colegio de Geografos)
La Convención Europea del Paisaje: un instrumento para la mejora de la calidad de vida.
El Consejo de Europa, organismo internacional compuesto por 44 países que reúnen a casi 800 millones de habitantes, ha elaborado un acuerdo entre Estados que plantea abiertamente el derecho al paisaje. Esta nueva exigencia profundiza una de las ideas más rápidamente difundidas durante las tres últimas décadas del siglo XX, la aspiración a vivir en un medio digno y saludable. La Convención Europea del Paisaje, puesta a la firma entre los Estados miembros del Consejo el 20 de octubre de 2000 en Florencia, define el paisaje como "cualquier parte del territorio tal como es percibida por las poblaciones, cuyo carácter resulta de la acción de factores naturales y/o humanos y de sus interrelaciones".
La idea central es que el paisaje forma parte del medio o entorno en el que se vive, por tanto, también depende de él la calidad de vida. Esta apreciación es válida tanto en las ciudades como en los ámbitos rurales, para los territorios bien conservados y los degradados, pues todos ellos son escenarios cotidianos para las personas que los habitan. Además la Convención entiende que el paisaje participa de manera importante en otras cuestiones de interés general, culturales o sociales, y lo considera, así mismo, como un recurso económico que puede contribuir al desarrollo y a la creación de empleo.
Esta manera de entender el paisaje amplía enormemente su valoración dominante previa como un aspecto cualitativo exclusivo de los espacios singulares, o como un hecho sólo apreciable por personas refinadas. La Convención representa además una señal de alarma contra la tendencia afianzada en los últimos años de reservar o crear espacios y paisajes de lujo para élites poderosas y excluyentes (urbanizaciones cerradas, resorts turísticos de alto nivel económico en países subdesarrollados) y, al mismo tiempo, condenar a poblaciones ingentes a vivir en medios muy degradados (grandes ciudades tercermundistas, espacios rurales arrasados y contaminados).
La Convención es también un compromiso para conciliar los aspectos naturales y culturales presentes en todos los territorios y expresados por todos los paisajes, así como un medio útil para profundizar la democracia, al poner la responsabilidad del mantenimiento o mejora de los paisajes en manos de las autoridades locales y regionales (principalmente) y hacer responsable a cada población de definir sus objetivos de calidad paisajística.
En el momento actual la Convención ha sido firmada por 24 Estados y ratificada por 7, esperándose que pueda entrar en vigor este año, si la ratifican otros 3 países. La Conferencia de Estados Signatarios, reunidas en dos ocasiones (noviembre de 2001 y 2002) prepara diferentes vías técnicas para el desarrollo y aplicación del nuevo acuerdo internacional: métodos de inserción del paisaje en políticas de ordenación territorial, de sensibilización social, para definir los objetivos de calidad, de actuación en paisajes transfronterizos, entre otros.
Aproximaciones populares, artísticas, científicas y profesionales al paisaje.
La valoración del paisaje, aunque parece sustentarse en ciertos aspectos instintivos, es esencialmente cultural y aprendida; puede ser mejorada o afianzada y, por consiguiente, también enseñada. Distintas civilizaciones y culturas han tomado en consideración el paisaje en diferentes momentos históricos y lo han cargado de sentidos o matices particulares; en unos casos se pone mayor énfasis sobre aspectos ambientales, en otros sobre los sensoriales, saludables o estéticos. Pero actualmente la existencia de una palabra que lo designa expresamente, su representación icónica con el propósito de transmitir las peculiaridades de un lugar o los valores generales en él percibidos y la capacidad de admiración o asombro ante una panorámica o un instante fugaz de luz y colorido están presentes en todas las sociedades. En el aprecio social del paisaje reside la causa principal para convertirlo en un derecho individual.
Los artistas, principalmente los literatos (poetas y novelistas) y los pintores, aunque más recientemente también los fotógrafos y cineastas, han sabido captar y transmitir al resto de la sociedad los aspectos más íntimos y profundos de los paisajes. En ellos puede haber memoria individual y colectiva, claridad o confusión, seguridad en lo conocido y próximo o disfrute imaginario por lo lejano y exótico, nostalgia, temor o contemplación serena.
Desde la perspectiva de los saberes científicos y técnicos se han producido distintas aproximaciones al paisaje. Unas más interesadas en sus aspectos objetivos, tanto formales (arquitectura, paisajismo convencional), como causales (biología, ecología, geografía, geología), y otras en los subjetivos o percibidos (antropología, psicología, sociología), Aun refiriéndose al mismo hecho y con una única palabra dichos enfoques aprecian escalas diferentes de la realidad espacial y aspectos de la misma poco convergentes. La consideración multidisciplinar del paisaje ha evolucionado por caminos diferentes y con frecuencia ha sido un diálogo entre sordos.
La definición establecida por la Convención Europea del Paisaje puede contribuir a que esta situación de falta de entendimiento sea superada, puesto que reúne los diferentes aspectos que han captado el interés de las distintas disciplinas. En ella, esencialmente se nos dice:
• primero, que el paisaje es un hecho objetivo y por tanto sujeto a la administración o gobierno como tantos otros aspectos de la realidad;
• en segundo lugar, que depende de la valoración o percepción que de él tengan las poblaciones (actualmente se discute si debe restringirse este último término a los habitantes de cada territorio o debe abrirse a otros grupos, como los visitantes y turistas);
• finalmente, se señala que el paisaje es el resultado de unos determinados factores (naturales, humanos y sus interrelaciones), de modo que las actuaciones que en él incidan deben hacerse con conocimiento de causa o podrían quedar reducidas a mera escenografía.
Los geógrafos debemos apreciar que esta definición integradora del paisaje está más próxima del enfoque y de los métodos de nuestra disciplina que de ninguna otra. No es la ocasión para extenderse en este argumento, que desarrolla Josefina Gómez Mendoza en la nota de incluida en este dossier, pero pueden recordarse hechos tan básicos de la trayectoria de la geografía como los siguientes:
• ninguna otra rama científica ha hecho del aspecto objetivo del paisaje (el territorio en sentido amplio, tierras, aguas y atmósfera), su principal objeto de dedicación;
• aunque con altibajos y diferencias significativas de enfoque, el paisaje ha permanecido entre los principales temas de interés de nuestra disciplina desde su implantación como ciencia contemporánea;
• sin ser exclusivo de la geografía, el estudio de las relaciones entre hechos naturales y humanos que la caracteriza, ha impregnado largamente el concepto de paisaje y queda recogido en la definición de la Convención;
• desde la geografía más clásica los aspectos perceptivos y cualitativosdel paisaje han quedado claramente reflejados por la importancia concedida en las descripciones literarias y en la importancia o frecuencia de títulos como "cuadros geográficos" o "cuadros de la naturaleza".
El paisaje fuente de oportunidades para el ejercicio profesional de los geógrafos
En las sociedades más desarrolladas existe actualmente una demanda creciente de paisajes de calidad, pero, al mismo tiempo, los actos y procesos que les afectan negativamente siguen produciéndose; resulta por tanto evidente la necesidad de actuar para resolver esta paradójica situación. La actual degradación y los problemas que afectan al paisaje no desaparecerán sólo con lamentaciones y denuncias, es preciso disponer del conocimiento riguroso de los hechos y de los métodos de evaluación y actuación que permitan superar esa situación negativa tan generalizada.
Por su condición de hecho complejo el paisaje seguirá siendo objeto de atención pluridisciplinar, pero ello no anula la necesidad de enfoques con la amplitud temática necesaria para relacionar los diferentes aspectos presentes. En este contexto el paisaje brinda oportunidades de dedicación laboral y profesional para los geógrafos en tres campos principales:
• el conocimiento y análisis de recursos y conflictos paisajísticos;
• la evaluación de los paisajes en sí mismos o de actuaciones con incidencia paisajística;
• las propuestas de mantenimiento o mejora paisajística en diversos niveles de concreción, desde las estrategias o directrices generales hasta los instrumentos más detallados como los planes locales, las licencias o los proyectos de obra.
Todas las actuaciones que repercutan en la calidad de los paisajes tienen que basarse en un mejor conocimiento del mismo; para ello es imprescindible abandonar actitudes confusas que lo hacen sinónimo de otros hechos como territorio, medio, ecosistema, geosistema, etc. Un buen tratamiento del paisaje necesita ante todo considerarlo por sí mismo, como un hecho distinto y como un hecho más que se suma a otros aspectos en la comprensión de una realidad compleja. Resulta sorprendente la frecuencia con la que la palabra paisaje se utiliza como sinónimo o metafóricamente; esa imprecisión dificulta extraordinariamente el avance científico y la credibilidad de las propuestas de actuación paisajística.
Sin ánimo de exhaustividad se relacionan a continuación algunas líneas de trabajo en cada uno de los tres campos de dedicación antes señalados.
En las tareas de estudio o análisis del paisaje se puede destacar la realización de:
•los inventarios de recursos y conflictos paisajísticos (incluyendo trabajo de campo, encuestas y exhumación de fuentes de información diversas);
• la definición de tipologías y unidades de paisaje, caracterizadas según su distribución y las causas o procesos que las explican.
• la cartografía de paisajes a diferentes escalas, en relación con su visibilidad, su morfología y las representaciones o percepciones sociales;
En la evaluación de los paisajes pueden subrayarse, en relación con actuales demandas regladas las siguientes: • la consideración de los aspectos paisajísticos para los procedimientos de EIA, según lo requerido por el R.D. 1302/86 y varias leyes autonómicas;
• la valoración de los paisajes al efecto de su posible declaración como "paisaje protegido" según establecen la Ley 4/89 de Conservación de los espacios naturales, y de la flora y y la fauna silvestres y la legislación autonómica que la desarrolla;
• el establecimiento de los espacios de mayor interés paisajístico que puedan ser objeto de calificación por el planeamiento urbanístico. como suelo no urbanizable especialmente protegido.
Finalmente, en relación con propuestas de actuación pueden citarse entre las principales las siguientes:
• el señalamiento de itinerarios paisajísticos y de miradores, como parte de la ordenación incluida en planes integrales (urbanísticos, ambientales) o sectoriales (carreteras, vías verdes y senderos, etc.);
• la distinción de áreas o bandas con limitaciones de uso por razones paisajísticas (conservación, visibilidad, respeto, etc.);
• La localización preferente de actividades con impacto paisajístico y el establecimiento de las medidas correctoras concretas que procedan;
• la elaboración de planes o proyectos de regeneración de espacios degradados tales como canteras, escombreras, vertederos sellados, etc.;
• la indicación de condiciones y limitaciones por razones paisajísticas de proyectos de obra o construcción.
Las anteriores líneas de trabajo pueden entenderse por sí mismas o incluidas en instrumentos más comprensivos y generales, tales como los planes de recursos naturales territoriales y urbanísticos. En relación con ellos se puede valorar como una oportunidad de gran interés (no sólo profesional sino para los contenidos y coherencia de los planes) la inserción de un capítulo propio de paisaje en las memorias de información y de ordenación, de una cartografía paisajística y de un apartado específicamente paisajístico en la normativa; aunque estoscontenidos no son todavía exigidos por las leyes y reglamentos que regulan los planes mencionados, determinadas experiencias realizadas los aconsejan, pues se adquiere un nuevo punto de vista que completa y favorece los planteamientos propios de la ordenación de recursos naturales o espacios.
Por último es preciso considerar también como un instrumento idóneo para el conocimiento, la evaluación y las propuestas paisajísticas la utilización de los sistemas de información geográfica y en ellos de la tercera dimensión que proporciona el volumen y la apariencia paisajística real a las imágenes derivadas de los modelos digitales del terreno. Su utilización no sólo mejora el análisis o interpretación del territorio en su condición paisajística, sino que hace posible también, con escasa inversión de tiempo y recursos, simulaciones que permiten una más fácil selección de soluciones. Estos paisajes virtuales tienen valor, no sólo a nivel técnico, sino también en relación con los procesos de participación pública, facilitando, finalmente, la definición y establecimiento de objetivos de calidad paisajística socialmente compartidos, tal como reclama la Convención Europea del Paisaje.
* Toda la información, extraída de... (Enlace...)
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por: Redac.Ibérica2000 (11/03/2006) |
Fuente/Autor:
FLORENCIO ZOIDO NARANJO |
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